martes, 9 de noviembre de 2010

Callejeando


¿Dije ya que lo único que necesitamos para ser buenos filósofos es la capacidad de asombro? Si no lo dije, lo digo ahora: LO ÚNICO QUE NECESITAMOS PARA SER BUENOS FILÓSOFOS ES LA CAPACIDAD DE ASOMBRO.

Todos los niños pequeños tienen esa capacidad. No faltaría más. Tras unos cuantos meses, salen una realidad totalmente nueva. Pero conforme van creciendo, esa capacidad de asombro parece ir disminuyendo. ¿A qué se debe? ¿Conoce Sofía Amudsen la respuesta a esta pregunta?

Veamos: si un recién nacido pudiera hablar, seguramente diría algo de ese extraño mundo al que ha llegado. Porque, aunque el niño no sabe hablar, vemos cómo señala las cosas de su alrededor y cómo intenta agarrar con curiosidad las cosas de la habitación.

Cuando empieza a hablar, el niño se para y grita “guau, guau” cada vez que ve a un perro. Vemos cómo da saltos en su cochecito, agitando los brazos y gritando “guau, guau, guau, guau”. Los que ya tenemos algunos años a lo mejor nos sentimos un poco agobiados por el entusiasmo del niño. “Sí, sí, es un guau, guau”, decimos, muy conocedores del mundo, “tienes que estarte quietecito en el coche”. No sentimos el mismo entusiasmo. Hemos visto perros antes.

Quizá se repita este episodio de gran entusiasmo unas doscientas veces, antes de que el niño pueda ver perro sin perder los estribos. O un elefante o un hipopótamo. Pero antes de que el niño haya aprendido a hablar bien, y mucho antes de que aprenda a pensar filosóficamente, el mundo se ha convertido para él en algo habitual.

¡Una pena, digo yo! […]

Imagínate que un día estás de paseo por el bosque. De pronto, descubres una pequeña nave espacial en el sendero delante de ti. De la nave espacial sale un pequeño marciano que se queda parado, mirándote fijamente.

¿Qué habrías pensado tú en un caso así? Bueno, eso no importa, ¿pero se te ha ocurrido alguna vez pensar que tú misma eres una marciana?

Es cierto que no es muy probable que te vayas a topar con un ser de otro planeta. Ni siquiera sabemos si hay vida en otros planetas. Pero puede ocurrir que te topes contigo misma. Puede que de pronto un día te detengas, y te veas de una manera completamente nueva. Quizás ocurra durante un paseo por el bosque.

Soy un ser extraño, pensarás. Soy un animal misterioso.

Es como si te despertaras de un largísimo sueño, como la Bella Durmiente. ¿Quién soy?, te preguntarás. Sabes que gateas por un planeta en el universo. ¿Pero qué es el universo?

El mundo de Sofía, Jostein Gaarder.

Cuando tienes buenos profesores, es fácil engancharte a una asignatura...

2 comentarios:

  1. Yo aún monto numeritos al ver perros por la calle. A ver si crezco de una vez :P

    ResponderEliminar
  2. No crezcas... no da más que problemas :)

    ResponderEliminar