jueves, 1 de abril de 2010

Desert Hunter



"- Tengo mi propia teoría sobre el asunto de los nombres. En general, procuro tener mi propia teoría sobre casi todo. A veces las teorías personales te crean problemas, porque los demás no las entienden. Pero te dan ventaja: gracias a ellas, siempre sabes lo que tú tienes que hacer.
- Ya veo. Y esa teoría sobre los nombres, ¿En qué consiste?
- Mi teoría es que el nombre de cada uno no es el que pone en el carnet. Ése es el que se les ocurre a tus padres cuando todavía no eres nadie y no puedes elegir. Pero hay otros nombres: los que te pone alguien que te importa, los que les pones tú a quienes te importan a ti, o los que eliges para que te llamen sólo los que te conocen. Ésos son los nombres verdaderos. Un nombre que está al alcance de cualquiera no puede ser tu verdadero nombre. Aunque sólo sea porque es el nombre de ese monigote medio idiotra que venlos que nunca van a conocerte [...]. Hay que mirar mucho a quién le das tu verdadero nombre.
- Pues la verdad, tampoco sé qué tiene de malo José María.
- Yo lo odio. Pero ésa no es la cuestión. José María es lo que me lo han llamado siempre los que yo no he elegido. Ésa es la cuestión [...]
- Y yo, ¿cómo tengo que llamarte?
- Por mi verdadero nombre, naturalmente -contestó sin pestañear.
- ¿A mí si me lo darías?
- No hace falta. Es tuyo. Si quieres, puedes ponerme uno y será mi nombre verdadero. Si no, puedes llamarme Orens. Ése lo escojí yo.

En teoría, me acababa de revelar su gran secreto. Y lo había hecho sin darle importancia, quizá porque sabía que a cada cosa que me descubría su misterio no disminuía, sino que lo hacía más grande. [...] No me había pasado nunca algo así, pero lo ví claro y me temí que aquel desbarajuste era lo que había buscado desde el principio.

Sólo quise cerciorarme:
- Orens -murmuré- ¿quién más te llama por tu nombre?
- Nadie -repondió sin dudar-. Mi nombre te estaba esperando"

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